A «S»

Se detuvo una última vez a contemplar la familiar escena. Una o dos personas se abrían paso con dificultad por las calles maltrechas y repletas de charcos, consecuencia de las últimas lluvias. Los pájaros comenzaban a cantar con timidez a medida que las nubes se iban alejando.

No era una escena resplandeciente, pero había algo, sencillo y acogedor, que la hacía hermosa. Tal vez era la casi imperceptible brisa primaveral que quería contrarrestrar los últimos vestigios del invierno, o quizás el hecho de saber que esa era la última imagen que se llevaría de este mundo.

Finalmente, bajó la mirada y comenzó a caminar. Cada paso era una confirmación de su próximo destino. Estaba cansado, dolorido, no podía más. No temía lo que estaba por venir, lo ansiaba con todo su ser.

Con mucho esfuerzo llegó a aquel lugar, su último reposo, y con sumo alivio se dejó caer entre la arena oscura. Era su hogar, ahí estaban las personas que lo habían visto envejecer durante casi una década…

Repentinamente, la imagen de un perro enérgico y sano se apareció en sus pensamientos. ¿Era él? ¡Cuánto habían cambiado las cosas!

Intentó mirar hacia la gran casa, en donde sabía que estaban ellos. Aquellas cuatro personas que, como él, también habían sufrido el paso de los años. La bebé ya era una niña grande, y la niña una mujer. Los adultos no habían cambiado tanto, pero no había podido dejar de notar menos agilidad en sus movimientos y más cansancio en su mirada… Al parecer, el tiempo era cruel con todos. Les dedicó un último pensamiento y cerró los ojos.

Sus heridas latieron. Pensó en aquellas grandes bestias de metal que lo habían herido y en las veces que estuvo dispuesto a lastimarse con tal de llegar a una perra en celo. Pero jamás se arrepintió, ni en el último instante. Porque él era sencillez e instinto, y había vivido y muerto así, y hasta el mismísimo final se sintió orgulloso de ello.

La edad

Cuando era más chica no era raro -y lo confieso, tal vez un poco arrepentida- mentir sobre mi edad. Generalmente me agregaba un par de años porque me daba vergüenza ser tan chica, más que nada el mundo de la Internet.

Hace poco tiempo entré a una buena edad, que me gusta y que digo sin problema alguno. Ya no me siento chica.

Lo preocupante es que quedan dos meses para mi cumpleaños y la idea de envejecer un año más ya no me entusiasma. En realidad, sucede todo lo contrario. Soy consciente de que todavía soy muy joven, pero la idea de cumplir años ya no me está gustando, al menos no tanto como antes.

¿Con qué tendrá que ver, me pregunto? Es probable que me esté empezando a dar cuenta de que los años van pasando sin dejar surgir a la imagen que en el pasado me hacía de mi persona a esta edad. A decir verdad, muy pocas cosas de las que había planeado sucedieron realmente. Sí, es cierto que también aparecieron alegrías no previstas, pero el hecho de que mis metas no hayan sido alcanzadas aún me inquieta, y todavía más cuando veo que se suma otra primavera a mi vida.

¿Empezaré a restarme años de ahora en adelante, como mecanismo de defensa? Quién diría. Creo que todavía no llegué a tal extremo, pero lo cierto es que cumpliré años con una leve inquietud vagando por mi mente.

U2 y yo

Si me preguntan sobre mis grupos de música predilectos, estas dos letras van a venir inmediatamente a mi mente. Sí, no importa que entre mis artistas más escuchados en los últimos tres meses estén Nightwish, Yann Tiersen y Moby. Tampoco importa si hace casi más de seis meses que ni siquiera los escucho, o que no tenga mucha idea de los detalles de su gira actual.

El cariño que tengo por ellos es algo que está ahí y siempre va a estar. A veces duerme, otras veces está lleno de energía, pero nunca se va y soy consciente de eso.

No soy una gran fanática, ni tampoco intento serlo, pero U2 es una de las pocas bandas de las que he escuchado discos enteros, uno tras otro, sin cansarme.  Por algún motivo ellos lo lograron y otros no.

La motivación para escribir este post fugaz nació simplemente porque volví a escucharlos después de mucho tiempo y recordé cuántos sentimientos hacen nacer en mí.

Los dejo con Twilight (en vivo, año 1983), una de las canciones que amé desde el primer instante en que la oí y que cada vez que la escucho me llega al corazón, mal. Es increíblemente inspiradora. Y me voy porque sino me pongo cursi (?)

El profesor, de Charlotte Brontë.

Bueno, como no quiero dejar abandonado este hermoso blog hago una actualización fugaz para comentar un poco el último libro que terminé, que es, como el título indica, «El Profesor» de Charlote Brontë.

De ella no había leído nada anteriormente. Sí leí una obra de su hermana Emily, la clásica y famosísima Cumbres Borrascosas, así que tenía cierta curiosidad por conocer qué tal lo hacía Charlotte. Quizás debí empezar por Jane Eyre, el más famoso de los suyos, pero «El Profesor» fue el único que pudo hasta ahora llegar a mis manos.

La historia está narrada en primera persona y cuenta cómo tuvo que ganarse por sí mismo la vida un joven inglés, William Crimsworth, luego de haber roto relaciones con sus tíos nobles. Primero prueba suerte en el área industrial, pero las vueltas de la vida lo terminan llevando a Bruselas a ejercer un trabajo que antes no se había planteado. Terminamos siendo testigos de sus experiencias profesionales, como también así de sus dificultades en su vida personal.

Mi pequeña impresión:

Lo que más disfruté, más que la historia o los personajes, fue la narración sencilla y atrapante. Me agradó el estilo de Charlotte.

En cuanto a la historia, no es nada compleja, pero es bonita, tal vez un poco predecible hacia al final, pero igualmente cuenta con varios aspectos interesantes. El análisis psicológico y físico de los personajes que realiza el protagonista es quizás lo que más me quedó de la historia. No han habido muchas apariciones, ni grandes interacciones, ni hechos sumamente importantes, pero terminamos con una clara y realista idea de las personalidades de cada uno. A veces se excede en detalles relacionados con la apariencia física, pero estos siempre tienen un objetivo (comparaciones, etc). No hay información en vano.

Las impresiones del protagonista siempre están justificadas, y aunque a veces tal vez resulten chocantes, conocemos de manera bastante directa y realista la interacción entre ingleses e insulares, las grandes diferencias entre protestantes y católicos, etc. Hay que tener en cuenta que Charlotte estudió en Bruselas, por lo que la mayoría de los detalles sobre la ciudad y las costumbres deben ser muy exactos.

En fin, le doy tres estrellas. Nada grandioso, pero fue una lectura simple y bonita que terminó resultándome disfrutable.

Despertar

Tal vez con todo esto del mundial la gente está más susceptible. El orgullo por la patria a veces se exagera y se convierte en nacionalismo. Y eso no es bueno, obviamente. Miren hacia atrás en la historia, no muy lejos en el siglo XX, y observen bien qué famosos regímenes surgieron a raíz de ese sentimiento colectivo.

Hoy nos creemos más inteligentes que nuestros antepasados. Sería lo normal, ¿no? Se llama evolución. A través del paso de los años desarrollamos nuestras mejores habilidades y aprendemos de nuestros errores, para no cometerlos de nuevo. Es lógico que seamos supuestamente superiores.

Además, contamos con un arma clave que jamás estuvo presente en la historia: la información inmediata.  Vuela una mariposa en China, y acá, en América del Sur, nos enteramos y podemos incluso verla. Ya estamos acostumbrados a ello, pero si lo analizamos, comparando el presente con el ayer, resulta fascinante.

Tenemos el conocimiento absoluto, supuestamente, de todo lo que ocurre sobre la faz de la tierra. Es la era de la información, y no puede parecernos mala, si durante tanto siglos generaciones y generaciones han luchado para que toda la humanidad sea capaz de adquirir al menos un conocimiento general. No podemos decir que la humanidad esté en igualdad de condiciones, nada más lejos de la verdad, pero no podemos negar que nunca antes el mundo estuvo tan conectado.

Yo creo en la evolución y en la magia que representa la información inmediata. Soy optimista en lo que al futuro del ser humano se refiere, y creo que, aunque estamos en plena crisis sociológica, política y económica, pronto tendremos que remontar el vuelo. Me parece lógico e inevitable, ya que es natural que en algún momento se toque fondo y no quede más remedio que volver a trepar por el hoyo que nosotros mismo cavamos.

Pero desearía que no fuera necesario un último gran sacudón antes de volver a nacer. Que gracias a la información reaccionemos antes de darnos contra el suelo.

¿Y qué tiene todo lo que estuve diciendo con el primer párrafo? Que creo indudablemente en que los medios masivos de comunicación están influyendo de cierta forma y que si esto sigue así puede desencadenarse una situación más notable.

¿Quiénes tienen que ver en esto? Los medios televisivos, gráficos y radiales incompetentes y amarillistas, con periodistas que tiñen la información de sus opiniones, muchas veces mal intencionadas. Por supuesto, que creo también en la existencia de excelentes profesionales que desempeñan de manera extraordinaria su trabajo.

Pero las mentiras y la violencia ganan, porque son más interesantes, porque dan más rating, en tanto, más dinero, algo que últimamente parece ser el objetivo principal de cierta gente. Gente ambiciosa, que lucha hasta que gana, a veces sin prestar atención en la legitimidad de los medios y por tanto, llegando más lejos y más fácilmente que las personas honradas y con objetivos más variados que sólo conseguir riqueza y poder.

En segundo lugar, la internet. La opinión rápida y espontánea, del mundo para el mundo. Y no hay nada mejor que eso, ¿verdad? A mí me parece fascinante saber qué opinan diversas personas de diversos lugares del mundo, y vivo en twitter, en los trendig topics, leyendo lo que dice la gente y haciendo uso del traductor si encuentro un comentario en un idioma que no comprendo.

El único problema que encuentro en este último aspecto es la gente malintencionada. Los rumores e insultos sin fundamento se expanden en un santiamén, llegando a individuos externos a la red, e incluso a medios oficiales de comunicación (esto último destaca claramente lo devaluados que están los mismos). También se da a la inversa: gente que cree ciegamente en lo que los periodistas le dicen (lo sé, porque familiares y conocidos están en dicha situación) y lo reproduce vía internet. Es un virus informático, tal vez el peor de todos.

Se producen y reproducen mentiras, maldad, mala onda. Se crea un ambiente tenso, amenazando con explotar en cualquier momento.

Todos somos influenciables. Lo noto en mí misma, cuando me encuentro defendiendo algo que oí y me doy cuenta de que tal vez no tengo información suficiente para opinar lo que opino. Lo veo en mi familia, en mis conocidos: «es verdad, lo dijo fulanito en tal canal» o  «me lo dijo sultanito, a él se lo dijo mengano, que lo leyó no sé dónde».

Es lamentable que en los últimos meses haya escuchado tantas veces dichas frases… Si nos ponemos a analizar, ¡es patético! ¿podemos creernos una opinión generalizada, aunque nunca hayamos confirmado la verdad a través de nuestros propios ojos u oídos? Pero ese es el poder de las palabras: lo repiten y lo repiten hasta que se vuelve verdad, y aunque después se desmienta, queda en el inconsciente colectivo.

Entonces, ¿qué hacer? ¿Cómo evitar caer en la influencia de los medios o dejarme llevar por las masas? He aquí los pasos que seguiré de ahora en adelante.

  1. Recibo la información e inmediatamente no me la creo. Dudo de todo, al mejor estilo Descartes.
  2. Me abstengo de opinar sobre el tema y a la vez de leer y escuchar otro tipo de opiniones, hasta realizar el paso 3.
  3. Cambio de medio (canal, estación, web) y leo la misma noticia de diversos sitios, preferentemente de diferentes ideologías o intenciones.
  4. Comienzo a leer/escuchar las opiniones de la gente, teniendo en cuenta toda la información aparentemente «confiable» que adquirí.
  5. Elijo, distingo o diferencio, la información/opinión que me parezca más lógica, menos empapada de subjetividad o de posibles segundas intenciones.
  6. Si la información puede confirmarse con datos numéricos, declaraciones de personas, imágenes o audios, tiendo a creer lo más cercano a lo que realmente veo o siento. Ejemplo: no creo que una persona dijo determinada cosa hasta oír al individuo efectivamente decirlo. Eso es básico. Otro ejemplo: si el gobierno me dice que no hay inflación, pero voy al supermercado y encuentro los precios cada vez más elevados, no voy a creer al medio que ratifica lo que el gobierno afirma.
  7. Leo/escucho la opinión de diversos expertos en la materia en cuestión. Se supone que saben más que yo.
  8. A partir de todo lo que leí, escuché, y también de mis propias experiencias, elijo lo que me parezca más lógico y mejor argumentado. Debo quedarme con lo que realmente creo. Tengo que tener convicción en mi propia opinión. Si no me convence, no debo creerlo, aunque no tenga otras alternativas.
  9. Es más probable que la verdad no sea absoluta. No necesariamente mi opinión debe coincidir sólo con lo que dijo un medio o un especialista. La mayoría de las veces la verdad no es una sola. Si logro que diversas verdades encajen y logren una única verdad creíble, es probable que esa versión se acerque más a lo real.
  10. Aunque me convenza de mi propia opinión y sea capaz de defenderla, debo ser consciente de que no necesariamente tiene que ser la verdad. Puede ser parte o puedo estar totalmente equivocado. Me refiero a que debo defender mis convicciones, pero saber que si me encuentro con una debilidad en mi argumento o una verdad empírica que desmienta lo que digo, debo admitir mi error y tratar de enmendarlo. De los errores se aprende y es probable que incluso, si creo una nueva opinión teniendo en cuenta dicha falencia, ésta última se acerque más a la verdad.

Sí, sé que esto puede parecerle tonto a algunos, innecesario a otros. Pero para mí, hasta hace un tiempo no era tan obvio, y tal vez haya varios en mi situación. Además, aunque lo sepa y lo afirme, es más difícil hacerlo. Reproducirlo mediante palabras quizás me sirva para incorporar esos diez pasos y realizarlo espontáneamente.

En fin, les agradezco por haber aguantado mis delirios impulsados por mi enojo con los medios y recuerden:

No crean en nada de lo que les dije.

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